
La realidad fue que, diez minutos después, sentada a escasos cuatro metros del ganador del Premio Atahualpa 2010 como Mejor solista instrumental, pude ver que tanto hombres como mujeres disfrutamos a tope de las interpretaciones de Franco Luciani. Yo sabía que era un ejecutante sin paragón pero lo que no sabía era que es también un gran comunicador. Entre pieza y pieza musical, Franco Luciani nos habló del tango y el folklore, las peculiaridades de la milonga porteña, sus raíces rosarinas y la afición al futbol que el ha inspirado la creación de más de un tema. Con inteligencia, amenidad y sencillez fue introduciendo o explicando los temas y nos presentó a su acompañante, el guitarrista Raul Chiocchio, con quien tuvo, durante todo el concierto, una complicidad que se tradujo en una actuación brillante y un entusiasmo contagiosos. Los asistentes sonreíamos mirándonos con los ojos brillantes, aplaudíamos, vitoreábamos. En un momento, mientras interpretaban “Garúa” sentí la misma conexión de cuando bailo un tango, pero intensificada hasta las lágrimas.
Instrumentista, intérprete de armónica, es considerado por la crítica y prensa argentina (y mundial) como uno de los músicos más talentosos de la actualidad. Participó como invitado en conciertos de la inolvidable Mercedes Sosa y lleva grabadas cuatro producciones discográficas. Al finalizar el concierto, mientras todos los asistentes gritábamos: ¡Otra, otra! sentí verdadero pesar por dejar de escucharle como más se le disfruta y aprecia: en vivo. Más tarde, cuando regresaba a casa caminando, con el alma llena hasta los bordes, me alegré mucho de que en la Milongallega ofrezcan periódicamente grandes eventos como el de esa noche. También asistí este mismo año al maratón de 12 horas tango, y la presentación de la orquesta de Barcelona “Latitud tango”, por mencionar sólo dos. Con la sala llena o pocos asistentes, siempre he encontrado la calidez de sus anfitriones, Virginia y Eugenio, y el entusiasmo de quienes pasamos inolvidables horas en compañía de la música en vivo, el abrazo de baile y las sonrisas de los amigos.