Historias de tango

Juan Ignacio Arias

No soy ni fui de escuchar tango, al menos conscientemente. El tango esta en nosotros, los argentinos, nos rodea, nos abraza silenciosamente, crecemos acunados por esa musica que era de mayores, que se habia pasado de moda cuando era chico. Cuando crecí como muchos pibes, detestaba el sabado porque nos hacian ver «Grandes valores del tango», un programa que reunia a los mejores exponentes de la epoca. Y tambien a los peores. Lo encontraba aburrido. El clima de fiesta generado por el asado familiar se veia interrumpido por el humor de Caligula o los peores valses, tipo «Alma, corazon y vida». Habia grandes cantantes. Habia grandes farsantes. Habian hecho del tango algo rutinario y anodino. Habian encorsetado el baile en rondas de ballet con cuatro parejas de pesimo gusto para bailar y para vestir. Y mientras el: «uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias» o el: «primero hay que saber sufrir, despues, amar, despues partir y al fin andar sin pensamientos» estaban ahi,nos esperaban dejando que la experiencia nos hiciera. Entonces, un dia, quiza a los 26 o 27 años luego de comprender que lo que ocurria era la vida, pero la vida real y no la que cuentan los libros uno descubrio que el tango no solo eran «grandes Valores», sino otra cosa, algo mas profundo y misterioso. Uno se dio cuenta que tras esa pose de varon oscuro, de mujer fatal y desengañada, de solitarios que se buscan, pero no se encuentran, de perdida y de tiempos idos, habia algo mas. Uno ya habia tenido y habia perdido cosas, estaba listo para el tango, para el «que lindo seria bailar tango para enamorar a una piba, adormecerla en el abrazo y en el latido, y despues quien sabe». Uno estaba maduro para mirar a la cara a la realidad guiñandole el ojo como diciendo, si la vida es una herida absurda, Y que?. Estoy Vivo. Y estoy aqui. El mismo modo de sobrar al tiempo y conpadrear contra el destino que tenian los milongueros de la primer milonga a la que fui, despues de tener solo un mes de clases. Ahi estaban esos hombres, con cicatrices internas y externas, leves o profundas, queriendo encapsular el movimiento en un tango imperfecto pero tremendamente vital y lleno de energia. Ahi estaban esas mesas mal iluminadas y manchadas de vino, pero mucho mas reales que el afuera, en el que la moda era fugacidad y vertigo sinsentido. Ahi estaban ellos y ellas, con una manera tragica y bella de existir, en el confin y en el centro de su propia historia, con postura, elegancia y autenticidad.

En aquella primer milonga me ocurrio todo lo malo que me podia ocurrir. Me quede parado en la ronda sin saber que hacer. Mis manos no me obedecian, mis pies estaban flojos. Pense en salir corriendo y no volver más a una milonga. Entonces,fui al baño. Ahi estaba el maestro Vila. No sabia quien era. Lo habia visto bailar con sus sesenta años y me parecio un titán, un ser mitologico. Se estaba secando el sudor con su propia camiseta. «Que hace pibe? De tanto bailar y tanto vino me acalore». Me dijo. Termine tomando vino en su mesa. De alguna misteriosa manera el tango me habia aceptado.Y desde entonces anda conmigo. Pero pasó un tiempo largo hasta que comprendi lo que nos une y nos apasiona del tango. No es el abrazo, ni el encuentro, ni el sentimiento, ni la amistad, ni la mágia que crea hasta la misma palabra: Cuando bailamos queremos cambiar con nuestro propia vida y experiencia el tango que suena, queremos que alguna vez todas las derrotas se transformen en victoria, que el tiempo no sea tiempo, ni el olvido la muerte. En esas consciencia desesperanzado de saber que no se puede. Y es la hermosa y desesperada lucha por intentar, e intentar e intentar hasta que se pueda.

gardelino