Notas

LOS CÓDIGOS DE LA PISTA

De Ayer, de Hoy y de Siempre



LA MILONGA, SUS COSTUMBRES Y CÓDIGOS

Milonga le decimos a los clubes de tango, a los salones donde se va a bailar.
Las prácticas, que se pusieron muy de moda hoy en día, son más informales que la milonga. Si bien hay un maestro que ayuda si es preciso, por lo general cada uno practica solo. Equivocarse y parar en el medio del tema es normal, ya que la práctica es algo intermedio entre la clase y la milonga. Las prácticas se hacen antes de comenzar la milonga, el horario normal de una práctica es de 8 o 9 a 12 de la noche mientras que la milonga empieza a las 11 o 12 de la noche y se extiende hasta las 5 de la mañana.
En las milongas se dividen los bailes por selecciones musicales llamadas «tandas». Cada tanda tiene entre 4 o 5 temas, siempre tocados por la misma orquesta. Las tandas están divididas por un fragmento musical no bailable que se denomina «cortina». Las mismas van siendo rotativas entre los tres ritmos de costumbre: tango, milonga y vals criollo. De vez en cuando se toca una tanda de
música tropical o Jazz y luego se vuelve al tango.
Una costumbre para sacar a bailar en la milonga es que de lejos se miran y con un leve cabeceo se ponen de acuerdo, se paran, la dama camina hacia la pista y el caballero se dirige hacia ella. Nunca ella debe ir hacia él. Esta costumbre queda de la época en que las mujeres iban al baile acompañadas de la madre y los hombres de lejos las invitaban a bailar. Pueden haber usado el cabeceo antes de la década del ’30, pero seguramente era para invitar a una mujer que estaría acompañada. También quedó esta costumbre para evitar la negativa explícita en una invitación a bailar; muchas mujeres disimulan que no vieron y siguen con una mirada dispersa por el salón. De esta manera, ese código resulta muy cómodo y poco comprometido.
Generalmente no se habla al bailar y siempre, siguiendo la ronda anti-horaria, cuidamos para no cruzarnos por la pista. Si empezamos en la orilla de la ronda (por las mesas) debemos seguir en esta posición. Los que tienen mayor facilidad en desplazarse en la ronda bailan en general por las mesas, que antiguamente era la manera de lucirse al público que no bailaba. Los que tienen mayor dificultad, bailan en el centro porque tienen que desplazarse menos.
Hay reglas que no se pueden romper…
Habitualmente se baila toda una tanda con la misma persona. Entre tema y tema hay una pausa que se usa para charlar con su compañero. Sirve para escuchar la música que sigue y prepararse para ejecutarla. La mujer debe esperar que el hombre la abrace primero. Esa costumbre también viene de la misma época del cabeceo porque era el único momento (aparte del momento en que las chicas iban al baño) en que la mujer estaba sola, sin su madre o la persona que la cuidaba mandada por el padre que generalmente era el hermano menor, o algún tío o primo.
Entonces, se usaba ese corto tiempo entre tango y tango para el levante, para arreglar citas afuera de la milonga. Muchas veces, hoy en día salen de la milonga por separado, se encuentran en la esquina o en algún café para charlar con más privacidad.
Cuando se está bailando y se dice «gracias» quiere decir que esta persona ya no quiere seguir bailando, en caso contrario se debe agradecer apenas en el final de la tanda. Al terminar la tanda existe la costumbre de que el caballero acompañe a la dama hasta su mesa.
La mujer milonguera suele ir sola a la milonga y comparte mesa con otras milongueras o amigas. Si una mujer va acompañada, nadie la sacará a bailar esa noche, excepto que su compañero de mesa ya esté bailando con otra persona.
Generalmente no sacarán a una mujer que se encuentre en compañía por un hombre en la mesa.
Por otro lado, hay un código estabelecido muy estricto: nadie saca a bailar a nadie sin saber si lo hace bien. En general se baila por dos motivos: porque la persona sabe bailar o porque hay un interés de una posible aventura amorosa.
Muchos no lo asumen pero es así, cuando no saben como baila la dama, cabecean para las tandas de tropical y jazz; recién después se animan a cabecear en el final de una tanda y solamente si se llevaron bien irá a bailar toda una tanda en un próximo momento. También se acostumbra a preguntar a un amigo: «¿Cómo baila fulana?» Y, dependiendo de lo que le digan, la saca o no.
El profesor Francisco Comas en su libro «El arte de bailar» de 1932 explica:
«Nada puede ser tan desagradable a un caballero como encontrar una dama que no se deje llevar totalmente. Sin duda, porque no se dan cuenta de la gravedad del caso, son muchas las damas que no se dejan conducir sino parcialmente y aún hay algunas que no solamente no se dejan llevar sino que pretenden ellas conducir al compañero, ya sea por un mal hábito adquirido bailando algunas veces entre ellas o bien por simple prurito de dominio. Nada tan absurdo. Pues si bien hemos llegado a una época en que la mujer se ha varonizado un tanto, practicando ciertos deportes y ejerciendo cargos que antes eran del exclusivo dominio de aquellos, hemos de convenir que hay mucha distancia entre practicar un deporte más o menos varonil, a querer dominar al caballero». Según los entendidos, estas palabras que eran vigentes para esa época, no están nada fuera de moda en la actualidad en lo que se refiere al baile específicamente.
Hay milongas donde la gente que frecuenta es más joven como La Viruta o Parakultural, donde muchos de esos códigos se perdieron. Por ejemplo sacaron las tandas y cortinas musicales. Pero en la gran mayoría de milongas como El Beso, Gricel, La Galeria del Tango, Salón La Argentina, Salón Canning, entre otras, la mayoría de los códigos y costumbres se conservan intactos aún con la presencia de jóvenes milongueros. La costumbre ya no sería cuestión de la edad y sí del lugar donde uno está.
Para bailar bien en la milonga, hay que practicar las ligaciones entre un paso y otro. Saber como interrumpir determinado movimiento si nos vemos obligados a eso. Hay que saber mirar hacia la dirección que uno mientras se esta ejecutando determinada figura y cómo cambiar de dirección; hay que saber hacerlo manejando a la compañera de manera suave y segura. Saber cómo hacer para que ella camine para atrás y para adelante, como hacer ochos (atrás y adelante) y cómo girar para la derecha y para la izquierda. Finalmente, una de las cosas más importantes, que ningún bailarín puede olvidar: siempre es necesario escuchar la
música. No hacer pasos y pasos sin importar si lo que se está marcando es el ritmo de un piano o la melodía de un violín. El buen bailarín, como a principio del siglo, es aquel que sabe hacer lucir a la mujer con lindos pasos, escuchando la música.
No importa si el objetivo es ser un bailarín profesional o bailar en la milonga.
Una cosa es común en los dos estilos: la emoción. Esta es la diferencia del tango con los otros ritmos: la pasión entre la pareja. Por algo se dicen que el tango es un romance que dura tres minutos. No se trata solamente de un baile acrobático, aeróbico y veloz. Hay que poner corazón, es una entrega mutua.
Bailar el tango es una declaración de amor…
Raúl Mamone