Miraron al cielo de nochebuena. Unos nubarrones se insinuaban mas allá del terraplén ferroviario. Los tablones y los caballetes apilados sobre el poste central del que salían como brazos de una estrella de mar las guirnaldas navideñas esperaban, al igual que los empleados para desplegar las mesas del banquete y el papel blanco que a modo de mantel cubriría los restos de mil asados. El uruguayo Pococho ya estaba en la asadura de dos lechoncitos para la milonga» continuar leyendo en http://lusiardotango.club/la-extrana-casi-navidad-la-milonga-del-oriental-fabula/