Por Mariu Montenegro
Fotografía: Bárbara Gurvit
Pablo Mainetti se encuentra de gira por España promoviendo con sus distintas formaciones la música que mamó en su Buenos Aires natal. Junto a otros jóvenes músicos, el virtuoso bandoneonista argentino representa con frescura y contundencia la nueva generación del tango.
En ésta ocasión presentas junto al guitarrista César Angeleri, “Complicidad”… ¿de qué sois cómplices?
(Risas) Bueno, vamos a ver, qué se puede contar… Con César nos conocimos de forma casual hace muchos años en un boliche que se llama “Señor Tango”. Cada uno hacía una cosa distinta, pero cada vez que nos encontrábamos en los camarines empezábamos a tocar. Hubo una afinidad instantánea, cosas que no tienen explicación, o probablemente sí, pero quizás sea muy largo de explicar. Lo que hay entre nosotros es una especie de acuerdo no pactado. Desde el comienzo nos hicimos muy buenos amigos y luego empezamos a quedar de manera más racional y empezamos a “laburar” juntos acompañando a algún cantante, hasta que nos dimos cuenta de que queríamos armar un dúo. Una vez delineado el repertorio de tangos tradicionales, comprobamos que todo eso se había conformado en una pieza, como si fuera una composición de esos materiales entre comillas “ajenos” que nos habíamos apropiado, y se había armado todo un discurso. Esto es el disco “Complicidad”. Incluso ahora estamos a punto de grabar otro disco que también tiene de alguna manera el mismo proceso.
¿Cómo se conformará el nuevo repertorio?
Siguen siendo tangos tradicionales. En principio habíamos pensado la posibilidad de componer tangos para éste nuevo proyecto, pero lo dejamos pendiente. En realidad el trabajo de composición existe, porque hay una descomposición del material original para volverlos a componer, pero como la sonoridad de la guitarra y el bandoneón está tan vinculada a lo que son los tangos tradicionales ya sean los de Troilo y Grela, los de Leopoldo con Grela, los de Marinero Montes con Arias, de alguna manera estamos recirculando éste mismo repertorio. El trabajo es tomar las piezas originales, tocarlas, ver la naturaleza de las piezas y ver cuál es la naturaleza de esa impronta que tenemos tocándola.
¿Qué promete el concierto que los reúne en El Molino?
El aporte de la danza es fantástico porque realmente viste un poco más el escenario. Compartir la dimensión sonora con Pilar y Claudio, es bárbaro. Se arma como una cosa muy íntima entre los cuatro, es como una cosa de cámara. Realmente creo que suma a ésta complicidad.
¿Cuál es el rasgo distintivo del dueto?
Es ésta cosa de la complicidad. Evidentemente lo que a nosotros más nos sorprende tiene que ver con eso: “hacemos las mismas cosas sin haberlas pactado de antemano.” Nosotros pactamos en éstos arreglos como va ir el discurso, donde van a estar los nodos o los puntos de apoyo, pero de un nodo al otro van pasando cosas. La característica del dúo consiste en la misma manera de pensar la música; de forma espontánea: ni escrita ni encasillada en una sola manera.
A principio de los 90’, viviste en Barcelona durante varios años, ¿has notado algún cambio con respecto a la recepción del tango?
Yo creo la danza fue un vehículo importantísimo en la instalación de la música del tango en todo el mundo y en Barcelona particularmente. Evidentemente ésta ciudad siempre fue una ciudad tanguera, desde la llegada de Gardel pasando por Irusta- Fugazot- De mare… toda la gente que ha venido a hacer conciertos y a vivir la han constituido en un lugar importante. En aquella época había un montón de jóvenes catalanes que empezaban a bailarlo, incluso nosotros con unos amigos habíamos armado un grupo fantástico que se llamaba Araca, constituido por dos catalanes y dos argentinos. Lo que noto es que aquellos jóvenes alumnos ahora son destacados profesores. La difusión bestial de la cultura rioplatense ha hecho que la gente sienta mucho deseo de aprender a hacerlo en cualquiera de sus formas, por eso pienso que de aquí a un tiempo vamos a empezar a ver características regionales, digo, que un alemán, un francés o un japonés toquen el bandoneón, evidentemente, en un comienzo será un calco o una reproducción cuasi exacta del modelo original, pero al cabo de un tiempo, la vida de éste hombre o de sus discípulos van a tomar características propias de cada lugar y ésto es lo que resulta interesante. Una música que tiene un epicentro en Buenos Aires y que después se reproduce en el mundo, sin dudas se irá pregnando de otros elementos.
¿Qué piensas del viraje que dio el género de la mano de agrupaciones como Gotan Project o Bajofondo Tango Club?
A mí me parece válida cualquier experiencia. No me creo con el derecho ni la capacidad, ni deseo levantar el dedo y decir esto sí, esto no; porque me pondría en un lugar que no me gusta ocupar. Estaría dándole a mi opinión un peso que a lo mejor no lo tiene, que seguro no lo tiene. Las experiencias con la electrónica me parecen válidas, me parecen divertidas. Hay colegas que no toleran el origen comercial de la propuesta, pero lo cierto es que la cuestión comercial existió siempre asociada la creación a la expresión y a la composición, o sea que ésta gente lo haya hecho a la forma del S. XX, es decir: “yo tengo éste producto y a éste producto lo tengo que instalar en el mercado”, responde a las características del medio; después discutimos sobre la constitución interna de éstos proyectos. No me parece ni mal ni bien. Si a alguien se le ocurre agarrar una música, tomar algunas cosas que cree constitutivas de ella y revincularla con otra cosa que por momentos parece hip-hop con un bandoneón, me parece fantástico. La música electrónica o electroacústica es algo que el tango no ha transitado todavía.
¿Hay algo que atente realmente contra el tango como género?
El tango es una lengua, un organismo muy sensible que se sacude todo aquello que le molesta. Lo que pasa es que a lo mejor la proximidad con el objeto probablemente lo impida ver. El tango es como un gran gigante dormido al que se le van apoyando cosas… cuando se despierta, se sacude y se quita de encima todo lo que le molesta. No es la primera vez que pasa una cosa de éstas, llámese “electrónica”, fusión con el jazz o con lo que se te ocurra. Villoldo sobrevivió, Gobbi sobrevivió… Arolas sobrevivió… en cambio, los discos de René Cóspito no han sobrevivido, digo, por buscar una situación de aproximación de un lugar lejano al tango. Por eso hablo de proximidad, quizá ésta cercanía nos impida ver claramente. Nos hace falta un poco de distancia. Si quieres nos encontramos dentro de veinte años y vemos que pasó con éstas cosas. A mí me parece que las sentencias ahora son un poco apresuradas.
Hay quienes sostienen que el tango es una de las pocas músicas tradicionales que está permanente transformación…¿es así?
Se ha dado toda una especie de coyuntura político-cultural-económico-geográfica que ha posibilitado la vuelta del tango. El tango a principios de los 80’, finales de los 70’ no tenía la difusión que tiene hoy. Hubo un montón de cosas que confluyeron para que esto funcione, no fue solamente “Tango Argentino” lo que revitalizó el tango, sin dudas, fue un mojón importante para la revitalización del lenguaje; Piazzolla fue otro. La Argentina entró en democracia, se dejaron de apagar ciertas voces… hubo un montón de cosas…También es cierto que el tango no es una música popular, aunque sí lo fue en un comienzo. La música popular tiene el fenómeno de lo masivo y el tango no lo es. En ningún barrio de Buenos Aires puedes decir: “vamos a juntarnos a tocar y cantar un tango”. No lo puedes hacer, necesitas cierta formación para poder hacerlo.